Del 2 al 6 de noviembre, JUCUM Argentina celebró su conferencia nacional con el lema “Construyendo Nuestro Altar”. Este encuentro se llevó a cabo en la base de JUCUM en Mendoza y asistieron alrededor de 500 obreros y estudiantes de 30 nacionalidades diferentes.
Fue un tiempo para celebrar juntos la diversidad de Dios en cada base y ministerios, escuchar Su palabra, relacionarlos unos con otros y por sobre todas las cosas, adorarle a Él y agradecerle por un año más en Su presencia.
Con una gran apertura artística, en la que participaron obreros de las diferentes bases, comenzó la fiesta a la que sucedieron grandes palabras de parte de Dios a través de nuestros líderes en la Misión y devocionales mañaneros que nos llevaron a profundizar y a una intimidad mayor con Él.
Cada noche era una fiesta, un encuentro personal con Dios y un tiempo para dejarte ser ministrado por Él. Nuestros líderes fueron usados tremendamente por el Señor y aquellos que dispusieron su corazón, fueron llenos de todo lo que Dios preparó para ese tiempo.
Presentamos delante de la comunidad, a todas las parejas de novios y amistades especiales para orar por ellos y por este nuevo tiempo en sus vidas. También, aprovechamos la oportunidad para honrar a todos esos líderes que siempre están “tras bastidores”, pero que tanto nos bendicen con su servicio.
Algunos obreros, estudiantes y niños tomaron la decisión públicamente de seguir a Jesús y fueron bautizados en una ceremonia llena del poder de Dios y del Espíritu Santo.
Paralelo a la conferencia de obreros, se llevó a cabo la Conferencia de Niños para todos los JUCUMeritos. Pudimos disfrutar de todo lo que Dios les habló a ellos en un culto exclusivamente dirigido y preparado por nuestros chicos. Uno de los momentos más emocionantes que nos llenó de pasión y también de un compromiso por esta generación tan llena de dones, talentos y de una sabiduría sobrenatural.
No puedo dejar de mencionar cómo Dios se movió a través de las finanzas y los milagros que vimos cada día. Daniel Etchart, director de la base en Mar del Plata, expresó lo siguiente: “Vimos muchos milagros en la provisión de Dios, en cómo la gente respondió a cada palabra, cómo Dios se movió en todo momento, en la alabanza, los devocionales, talleres, plenarias y el culto de la nueva generación. El desafío financiero fue FARAÓNICO y Dios nos ayudó a llegar y también a regresar a nuestras bases”.
Y para terminar, la Santa Cena. Compartimos el pan y el vino y recordamos la fidelidad de Dios en cada base, obrero, líder, ministerio y nos desafiamos unos a otros a seguir construyendo nuestro altar y a dejar que Dios “quite las cenizas de nuestro corazón”.
Por: Michele Hernández